Calle abajo por Quintana, pasando Rodríguez Peña, siempre hay colores y formas que atraen la mirada. Provienen de la galería Del Infinito, que ocupa una planta baja de techos altos y ventanas señoriales, propias de esos edificios construidos en una Buenos Aires de otros tiempos, con la impronta característica de la mejor arquitectura francesa.
Luego del ajetreo de arteBA y animada con los resultados de la feria, Estela Totah, directora de la galería, organizó una muestra colectiva con Martín Reyna, Alejandra Tavolini, María Boneo, Lucía Spotorno, Margarita Wilson-Rae, Luján Castellani y Fabiana Imola, "un diálogo entre artistas de diferentes disciplinas" que abarca pinturas, objetos, esculturas, fotografías y collages . Unen las obras el desafío a la percepción del espectador y la experimentación con diversos materiales, marca registrada del arte contemporáneo.
En la sala principal, una gran enredadera negra cubre la pared, obra ploteada site specific de Fabiana Imola (Rosario, 1967), que trabaja las formas de la naturaleza. En este caso a gran escala y con alto impacto visual, al utilizar el contraste absoluto negro-blanco. Imola es una artista que parte de lo que hay para transformarlo, explorando el espacio circundante. Dialoga con unas acuarelas mansas y poéticas de Martín Reyna (Buenos Aires, 1964, vive en Francia), que experimenta con el chorreado y los colores para componer una partitura visual que parece susurrar una canción al oído del espectador. La desmaterialización y las transparencias son algunas de las preocupaciones de este pintor que trabajó junto con los artistas más representativos de los años 90.
Lucía Spotorno (Buenos Aires, 1974) también se inspira en lo natural. Pinta planos de colores, estallidos de violetas, anaranjados y verdes que semejan paisajes imaginarios llenos de vida, aunque recree los prototipos de los papeles decorativos o los modelos que la industria utiliza en el diseño de objetos. Hay dos esculturas de María Boneo, en mármol, que representan troncos, ramas, cuerpos y formas que la artista toma de la naturaleza.
En la misma sala, obras de Alejandra Tavolini (Rosario, 1969) que trabajan el concepto de la apropiación, tan en boga, con unos animalitos de peluche en formol. Su mentor es el archifamoso artista británico Damien Hirst, que presentó hace años un tiburón en formol con el sugestivo título de La imposibilidad física de la muerte en la mente de un ser vivo . Las obras de Hirst cuestan millones; los peluches de Tavolini no están exentos de una mirada crítica del mundo del arte.
Margarita Wilson-Rae (Buenos Aires, 1974) mezcla en sus fotomontajes, a modo de collage, fragmentos de fotos tomadas por ella que reformulan los temas tradicionales del arte. Hay un loro turquesa que preside el interior de una casa compuesta por partes de otras y un paisaje atravesado por árboles secos, ramas, pastos y construcciones que nos resultan extrañamente familiares.
Los collages /objetos fotográficos de Luján Castellani (Rosario, 1966) parten de la foto para arribar a algo nuevo. Completa la muestra un paisaje formado por jirones de fotografías color descartadas y una construcción con fotitos plegadas que hablan de amor, de encuentros y de tiempos felices.
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