La Nación, 10 - mayo - 2008

Mirar sin prejuicios

Por Julio Sánchez

Por Julio Sánchez

La distancia cultural que media entre la generación de veinte y treinta años y los mayores a veces suele exagerarse. Tampoco se puede negar que la revolución tecnológica, el acceso a la información en la Web y la proliferación de ofertas culturales influyen en la forma de enfrentarse al mundo y, sobre todo, de representarlo.

Dos ejemplos pueden dar la pauta de esto, una muestra colectiva y otra individual de artistas que, a pesar de sus pocos años, ya acreditan una imagen madura. En la galería Del Infinito se presentan cinco "jóvenes" menores de 40 y mayores de 35. La más experimentada (nacida en 1969) es la rosarina Alejandra Tavolini. Ella encierra tiernos peluches de corderitos, terneritos y tiburoncitos en cajas vidriadas llenas de líquido transparente.

El aficionado a las últimas tendencias reconoce el guiño a la obra del británico Damien Hirst, autor de La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo (1998), el famoso tiburón flotando en formol. El concepto de esta obra tiene que ver con aquel pensamiento del filósofo griego Epicuro: "La muerte no es nada para nosotros; cuando se presenta, nosotros ya no somos", o el de Jorge Luis Borges, que se consideraba el primer inmortal porque todavía no había muerto. Tavolini cambia la escala de los animales de Hirst y transforma el cadáver en juguete; por lo tanto, el discurso filosófico deviene artístico.

Las enormes telas de Lucía Spotorno (n. 1974) siguen contornos florales y vegetales, no de la naturaleza sino del estampado, como aquellos falsos wallpapers desgarrados de Kenneth Kemble o, más recientemente, algunas obras de Carolina Antoniadis. Ni Tavolini ni Spotorno miran la naturaleza en directo; solo cuando está mediatizada por el arte.

Desde Bariloche llega Viviana Blanco (n. 1975) y trae consigo una leyenda rural, la del cuero devorador de animales, una especie sin patas ni cabeza, pariente o quizás antecedente de Nahuelito, el monstruo que habita -según se dice- en el lago Nahuel Huapi. Los dibujos y cerámicas de la artista recrean este "cuero" que en términos arquetípicos no es más que una maligna "boca devoradora", pintada mil veces en la Edad Media como el Leviatán que tragaba las almas de los condenados. El perro-tucán y el pollo decapitado completan el moderno bestiario creado por Blanco.

Cierran el quinteto de esta muestra dos historietistas e ilustradores porteños nacidos en 1975, Caro Chinaski y Ezequiel García. La primera, con pinturas de chicas modernas de ojos saltones (muy anime japonés) en diversas situaciones. García publicó el año pasado Llegar a los 30 , una novela gráfica de corte existencialista, psicologista y autobiográfico, donde narra la crisis que le provocó cambiar de década. En esta ocasión presenta dos pinturas de pequeño formato, La proximidad del fin y Súper dios héroe , acompañadas de un dibujo sobre pared.

La primera pintura es de tono apocalíptico, con personajes alterados por nubarrones multicolores, rayos y centellas; el Súper-dios-héroe que parece sobrevolar por encima del caos tiene ojos por todo el cuerpo: en cada una de sus tres botas, en su cintura, en el nimbo estrellado, en su camiseta, y la cara toda es un único ojo. La imagen es un curioso caso de polioftalmia (muchos ojos), atributo de dioses como el egipcio Osiris, el griego Argos o su equivalente hindú, la diosa Mahamayuri (gran pavo real) o el tibetano Dorjey Drolö. Si bien el conjunto de jóvenes artistas está presentado sin texto curatorial ni título que los englobe, hay una clara familiaridad con el lenguaje de la historieta y el mural callejero, algunas referencias al imaginario infantil y una actitud de distensión cuando se aborda la tela.

En la galería Praxis expone un ultrajoven de 21 años con ya varios antecedentes de muestras individuales y colectivas dentro y fuera de la Argentina. Se trata de Dani Dan, nacido en Buenos Aires en 1987, de formación ecléctica y mayormente autodidacta. Dani Dan pinta desaforadamente todo lo que encuentra: la calle, las vidrieras de las galerías de arte donde expuso, basureros urbanos, remeras y carteras. Si se "googlea" su nombre, se comprueba que este artista domina a la perfección toda la artillería pesada de Internet: tiene página web, blogspot , flickr y cuanto instrumento haya para difundir su obra por la Red. Las innumerables fotos de sus viajes colgadas en Internet dejan adivinar sus fuentes de inspiración y, sobre todo, entender que tiene una fortísima educación visual; en otras palabras, sabe ver.

Leyendo sus comentarios en la Red se puede sospechar que fue un niño índigo, es decir que pertenece a una generación de seres humanos nacidos con un nivel de conciencia más evolucionada, que se delatan precisamente por el color índigo de su campo energético.

No es raro entonces que su muestra se llame Complicidad Cósmica . Su imagen es abigarrada y un claro ejemplo de lo que técnicamente se denomina "horror al vacío". No hay un instante de sosiego. Una de sus pinturas, MET , alude al Museo Metropolitano de Nueva York, que alberga la mayor colección de arte de todas las culturas del orbe.

Las obras de Dani Dan hacen un recorrido por el sudeste asiático, Egipto, Japón, países nórdicos y centroamericanos. Con una mirada fresca y desprejuiciada, el artista observa atentamente el arte no occidental con la misma pasión que los murales callejeros y los grafitis.

Tanto Dani Dan como los cinco artistas de la galería Del Infinito no tienen los condicionamientos que muchas veces se imponen desde lugares de prestigio, como becas o talleres de maestros. Lejos de ser una carencia, esto les permite expresarse con más libertad y sin la presión de las corrientes hegemónicas.

Ir al Sitio Descargar Archivo
 Otras notas de prensa
ALEJANDRA TAVOLINI Inicio Bio & CV Obras Muestras Prensa Novedades Contacto
developed by messgallery info@alejandratavolini.com
 english
|